miércoles, 18 de abril de 2012

Calidad, ese concepto tan manido....(II)

Cualquier organización empresarial, independientemente de área de negocio, su tamaño, su estructura y distribución geográfica, sus orígenes  o  su naturaleza, precisa para su funcionamiento de un sistema de gestión. Pero,  ¿qué entendemos por Sistema de Gestión?

Según nos dice el RAE:
Gestión: Acción y efecto de gestionar. Acción y efecto de administrar.
Sistema: Conjunto de reglas o principios sobre una materia racionalmente enlazados entre sí. Conjunto de cosas que relacionadas entre sí ordenadamente contribuyen a determinado objeto.

Aplicándolo a nuestra empresa, necesitamos un conjunto de reglas racionalmente enlazadas que nos permitan administrar el negocio  y cumplir con ello con los propósitos inherentes al mismo y con las reglas de juego en el mundo en que nos desenvolvemos. En resumen: Necesitamos establecer una organización  que mínimamente deberá contemplar aspectos Administrativos, Comerciales, Financieros, Legales, de RRHH…. y evidentemente Productivos. El no hacerlo adecuadamente supondrá jugar a la ruleta rusa de la improvisación y el caos.

Cuando un negocio fracasa, independientemente de circunstancias del entorno, no es extraño escuchar : “ha habido una mala gestión”, “ no se ha sabido gestionar”…incluso disponiendo de sellos de certificación relativos a su gestión... 

Entonces, ¿Cuál es el sentido de una certificación sobre un Sistema de Gestión?

Sea cual sea el sistema de gestión que se certifique  como resultado de una decisión estratégica , Calidad, Medioambiente, Protección Seguridad y Salud Ocupacional, Servicios de TI, Seguridad de la información, Continuidad del negocio…la certificación es un proceso voluntario,  en el que una entidad con atribución para ello, da fé de la realidad del cumplimiento de ciertas características entre las que se encontrarán las normas de obligado cumplimiento de la actividad empresarial y de los productos o servicios ofrecidos. Es la forma de garantizar que la gestión existe con unos mínimos de seguridad y salubridad, y se hace de forma adecuada a las necesidades del negocio.

La certificación no debe ser nunca el fin del Sistema de Gestión, sino una posible  consecuencia del mismo. Puede ser que se precise obtener un sello de certificación como una exigencia de competitividad en el mercado, y nos volquemos, sí o sí en su logro. Pero no nos equivoquemos. No empecemos la casa por el tejado.

Si el sistema de gestión que adoptemos en nuestro funcionamiento empresarial no está orientado al resultado del negocio y a su buena administración, si no es inherente al mismo, si lo relegamos a una burocracia administrativa o documental que poco o nada tiene que ver con la realidad de nuestra actividad, estaremos perdiendo tiempo y recursos para nada. Es más, el efecto será el opuesto al pretendido: descrédito, desmotivación, pérdida del concepto de calidad y excelencia, incapacidad de conseguir los resultados objetivos….

La conclusión es sencilla : Aprendamos a gestionar primero, obtengamos el reconocimiento en base a ello, después.

3 comentarios:

  1. Marga, un consejo muy bueno para al menos los que no se han iniciado en los procesos de certificación. Los que ya están certificados, igual deben empezar a revisar los cimientos de la casa

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    2. Muy cierto, a veces es bueno recordar por qué se hicieron las cosas para recuperar su objetivo...gracias Isa!

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